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domingo, 16 de agosto de 2009

ARMANDO ROJAS GUARDIA: Íngrimo, a la intemperie



Bendita sincronicidad que aligera el pensamiento hasta el punto de captar el alma del queridísimo amigo y maestro Armando Rojas Guardia. Una de las voces fundamentales de la literatura venezolana contemporánea, nació en Venezuela en 1949, y es autor de los títulos: Del mismo amor ardiendo (1979); Yo supe de la vieja herida ( 1985); Poemas de Quebrada de la Virgen (1985); Hacia la noche viva (1989); Antología poética (Monte Ávila Editores, 1993); La nada vigilante (1994); El principio de la incertidumbre(1996); Crónica de la memoria (1999) y El esplendor y la espera (2000);El dios de la intemperie (2003). En el año 2004 la editorial el otro@el mismo publica en Mérida una esmerada edición de su Obra Poética, con palabras liminares de Antonio López Ortega y un lúcido Prólogo de Rafael Castillo Zapata
Rojas Guardia fundó el grupo Tráfico en 1981. Antonio López Ortega escribe sobre él:
“La poesía de Rojas Guardia se erige desconfiada en contra de una tradición cultural y forja su mundo propio al exigirle a la lírica que abandone sus tópicos habituales y que encare desnuda la materia turbia de nuestros días.” …

Esta mañana paseé la mirada por la hilera de mis libros predilectos, y me dejé atrapar por El dios de la intemperie (segunda edición publicada por la Universidad de Los Andes en 2003). Releo este texto que me increpa e interroga:
“Quién eres, tú sonoro al fondo de mí mismo? ¡Cómo te llamas, horizonte presentido, paisaje último donde el gozo no puede saber sino a agonía (…) rayo de muerte que sin embargo incendia toda vida (…) ¡Quién eres, canto irreprimible, color inesperado, brillante y sutilísimo, ventana central de la alabanza, de una complacencia sobrecogida y tierna (si la ternura puede colindar con el espanto de una dicha inencontrable, pero cierta como el sol?)”

El dios de la intemperie, un libro fascinante que va mucho más allá de un ensayo místico o filosófico, una obra profundamente lírica y humana que deja huella imborrable en el espíritu.
Pero lo hermoso de este día va aún más allá. Abro las páginas del Papel Literario de El Nacional y encuentro un homenaje de Armando Rojas Guardia a Elizabeth Schön. Se trata de un ensayo sobre el poemario Luz oval (Colección Papiros, Equinoccio USB 2007). La sabiduría de Armando se conjuga con la poesía de Elizabeth, camino de serenidad hacia el centro, hacia el alma.
En la intemperie de este mundo donde de nada vale refugiarse en la superficie de de los juegos sociales, hay un lugar recóndito, sustancial, en el cual se da el reencuentro con el Ser que ES, y se ilumina la nada que somos con su Presencia infinita.
Concluyo este brevísimo viaje a través de El dios de la intemperie. Sus páginas me aguardan.

* Armando Rojas Guardia, Ana María Del Re y Carmen Cristina Wolf

La vocación de nombrar






















Por Carmen Cristina Wolf

Infancia significa confiar. Los niños confían en el mundo que los rodea. Creen en lo que les decimos. Y si no les ha sucedido algún hecho lamentable que les genere temor, los niños no sienten miedo.
Pero el tiempo pasa por nosotros y sobrevienen los temores, las dudas. A unos kilómetros de distancia nos aguarda el desgaste, la vejez y la muerte. El mundo es contradictorio y las personas también.
Somos justos a veces, otras veces somos injustos. Somos generosos y egoístas. Llevados por corrientes encontradas, a través de un río entre luz y sombras que no elegimos. Ello produce un desasosiego, y quisiéramos navegar siempre por el lado luminoso de las aguas.
Se puede abordar la existencia de diversas formas, tantas como personas hay en este mundo. Pero en esencia, podría decirse que una manera es el descreimiento de todo, la amargura, el desaliento absoluto. Nos convertimos en seres quejumbrosos, perdemos la capacidad de admirar el misterio que es la Vida.
La otra consiste en plantarse en este mundo con admiración y asombro, amarlo, imaginarlo diferente, buscar aquello que ES en nosotros, el Ser que sostiene todo cuanto existe. La poesía en una visión del mundo y un lenguaje que lo transforma. Es un cordel lanzado al caminante para que se siente un rato a conversar.
El lenguaje es el don más grande que se le ha dado al ser humano. La poesía es perfectamente inútil, no tiene precio en el mercado, no puede cambiarse por monedas ni venderse en la bolsa de valores. La poesia es un encuentro con el ser más íntimo, es un puente tendido al otro, una invitación al dialogo y a la comunion.


Nombrar significa intentar la representación de las cosas con exactitud. En un comienzo, las palabras tienen el poder de recrear los objetos con verdadera eficacia.
La vida de los pueblos y su evolución se refleja y revela en el lenguaje. Aquello que no puede ser nombrado es como si no existiera. Por ello los hombres que han alcanzado cierto grado de sabiduría le dan tanta importancia al lenguaje. Octavio Paz en su libro El arco y la lira reseña que en el Libro XIII de los Anales, le preguntaron a Confucio: “Si el Duque de Wei te llamase para administrar su país, ¿cuál sería tu primera medida? El Maestro dijo: La reforma del lenguaje. No sabemos donde empieza el mal, si en las palabras o en las cosas, pero cuando las palabras se corrompen y los significados se vuelven inciertos, el sentido de nuestros actos yde nuestras obras también es inseguro.”
Imaginemos que los vocablos “libertad”, verdad, justicia, paz”, valores sobre los cuales se asienta nuestra existencia, cambiasen sustancialmente de significado, bien sea por un desgaste en su significación, por el mal uso que se haga de ellos, bien sea porque un régimen autoritario pretenda alterar se esencia para sus propios fines. Los fundamentos de la sociedad se ven afectados en lo más profundo.
Verbigracia, la palabra amor en algunas épocas se agota. Un gobernante que constantemente dice “amar” a su pueblo, y su conducta avergüenza a los gobernados, por estar reñida con la ética y el bien común, producirá en la gente desconfianza e indiferencia. La palabra amor irá siendo cada vez menos utilizada.
El término igualdad ha sido invocado como bandera por los sistemas comunistas y socialistas. Es una aberración pretender que todos los seres humanos seamos iguales. Seríamos copias al carbón unos de otros y perderíamos lo más valioso y sagrado, aquello que es esencial a la naturaleza humana: la libertad. Otra cosa muy importante es la igualdad de derechos y deberes, la igualdad de todos los hombres en el respeto a la dignidad. Esto es fundamental. Los regímenes comunistas pretenden sacrificar la libertad para lograr la igualdad. Esto es monstruoso, pues quebranta la esencia del ser humano: el hombre es en esencia libertad.
El lenguaje nos acompaña dentro y fuera de nosotros como el aire. Sin él la vida humana deja de serlo. Cuando a Confucio le preguntaron qué sería lo primero que haría él si fuera gobernante de un pueblo, contestó: “Emprendería la reforma del lenguaje”. Porque el significado sesgado o distorsionado que se da a un vocablo, cuando es usado por el poder para torcer la voluntad de los ciudadanos, es el mayor de los peligros y la peor violencia que se puede ejercer: abolir el libre albedrío. Si se analiza un régimen desde el punto de vista de la semántica, allí veremos retratadas sus intenciones.

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*Este ensayo pertenece al libro enédito Tejedores de signos, de Carmen Cristina Wolf