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lunes, 31 de agosto de 2009

Isabel González escribe sobre "Los surcos del recuerdo"


Palabras de presentación del libro “Entre los surcos del recuerdo” de María Gabriela Madrid.
Por Isabel Cecilia González
Hace unos días murió Michael Jackson, la noticia fue de inmediato el centro de atención, lo que molestó a nuestro presidente porque para él era más importante que se le hiciera cobertura a la situación en Honduras. Eso me puso a pensar, ¿Cuál noticia era más importante? Ambas lo son.

La libertad de expresión, no significa la imposición de las opiniones, sino el derecho de cada quien de tener una opinión y poderla transmitir, pero más importante es aún que cada uno de nosotros pueda elegir informarse oportunamente sobre lo que le interesa. Ser capaz de cambiar de canal, de emisora, de comprar este o aquel periódico, inclusive de desconectarse . Nadie debe decirnos que es lo más importante, menos imponernos una visión única, porque ese es el germen del fanatismo, la puerta a la oscuridad.

María Gabriela es una escritora que ha desarrollado esta temática en muchos de sus cuentos, un gran ejemplo de ello es “Blanco y Negro” en el cual el pueblo se divide en dos bandos, “los seguidores del Oráculo de Ifa y los de la religión católica”. Vemos allí nos cubrimos de miedo y es ese miedo el que nos conduce a la destrucción del otro, a su aniquilamiento y al nuestro. Así sucede también en la isla las tres serpientes, hacia donde huye la protagonista tratando de salvarse del fanatismo, para descubrir que el fanatismo vive en ella, que no sólo es víctima de él sino que lo acepta, lo comparte, lo multiplica, le da vida nueva.

Últimamente actuamos como si le tuviéramos miedo a la pluralidad del pensamiento y nos aferramos a los espacios conocidos, funcionen o no. Pretendemos vivir en las grandes ciudades sumergidos en pequeños espacios, detrás de nuestros muros y barreras. Así sucede en los relatos de María Gabriela en los cuales sus personajes deambulan por un pueblo, ese pequeño de infierno grande, ese que llevamos dentro desde que nacemos, no importa que se viva en Nueva York, ni en Raleigh, ni en Paris. Uno se lleva a todas partes arrastrando consigo a su familia, a sus tradiciones, a sus creencias. Uno se lleva en los prejuicios. Uno no cambia, siempre es el mismo, aquel que se nos enseña, el que aprendemos a ser.

La mayoría de los personajes de María Gabriela representa a seres fracasados que alguna vez intentaron ser diferentes. Personajes que alguna vez se propusieron no repetirse, pero que no tuvieron la fuerza ni la valentía para cambiar. Y es que el cambio requiere de una auténtica voluntad, de un verdadero deseo y esfuerzo.

María Gabriela se propone demostrarnos como nuestra sociedad se ha ido quedando vacía, como la pareja se desvanece en el matrimonio, cuando dos personas están unidas por la única razón de no tener a nadie más. La autora nos cuestiona, nos pregunta tácitamente si somos como ellos, si amamos a pedazos, si abandonamos, si tenemos hijos para cumplir, si lo que nos importa es la apariencia, la imagen de la pareja feliz, la imagen de la madre perfecta, la imagen de la mujer siglo XXI, esa que sólo busca figurar.

“¿Entonces, qué pasó con el enriquecimiento del intelecto que tanto se proclamaba?¿ Con la búsqueda de una identidad propia? “

Pasó, María Gabriela, pasó que sin darnos cuenta nos detuvimos y dejamos de buscar, eso es lo que nos quieres transmitir. Tu mensaje es directo y efectivo, no queremos aceptarlo pero hemos fracasado como sociedad. El siglo XXI para aquellos que lo esperamos fue un sueño de progreso que no logramos atrapar. Los hippies abandonaron las calles y se mudaron a Wall Street, las feministas se buscaron un esposo y se dedicaron a ser la misma madre que criticaban, los ecologistas firmaron acuerdos en millones de papeles, los políticos se repartieron los estados mientras los ciudadanos estaban más interesados por salir a comprar. Regresamos a la guerra, regresamos al dolor, regresamos a la soledad, regresamos a lo que reconocemos como equivocado pero que no es tan conocido y familiar que nos parece la única manera de vivir .

Tus cuentos nos recuerdan en cada imagen y en cada historia que nos volvimos esos que no queríamos ser, pero también nos invitan a meditar al respecto, a vernos en el espejo, a darnos cuenta de que todavía no es tarde. Nunca es tarde para hacer lo correcto, nunca es tarde para ser otros, nunca es tarde para el amor, pero debemos actuar, debemos cambiar, debemos atrevernos a vivir.

Isabel Cecilia González Molina
Escritora.


*Isabel González es venezolana, novelista, poeta y ensayista. Miembro de la Junta Directiva del Círculo de Escritores de Venezuela.

Foto: Amelvi Barrera