viernes, 11 de diciembre de 2009
Atavío de la Tierra
Por Carmen Cristina Wolf
¿Es ciego el giro de la casa
tan solitaria y huérfana?
Será que se detiene algunos días
sin darnos cuenta
se acicala con campos de espigas
y brotan ellas solas
para traer consuelo a dolores antiguos
La mecedora de la abuela levita suavemente
la persiana se mueve
.-.-.-.- en clave morse
se balancea el móvil de corales
Millones de mensajes cruzan el corredor
sin saludar los retratos
provenientes de los siete confines
y el aire se recrea con murmullos
salidos de laptops relucientes
El caserón de todos, no sé por qué
sonríe
desde su pétrea hondura
tal vez le gusta cambiarse los vestidos
lavarse la cara de pisadas maléficas
o besarse ella misma las memorias
Ella será el descanso
cuando regrese al inicio
Cientos de pies dejan huella impaciente
en sus portales, entran y van saliendo
para dejarse caer un día u otro
en sus pechos de textura infinita
Acostumbro, algunos días soleados
acariciar sus prados y dejarme cobijar por la sombra
de sus interminables filas de palmeras azules
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