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sábado, 26 de diciembre de 2009

EL RÍO INMÓVIL DE TUS LÁGRIMAS

(Evocación de Buenos Aires)

Por Alejo Urdaneta



Siempre iba a La Costanera, a la hora del almuerzo, y entraba al mismo restaurante. Esa hora muestra al río inmóvil como un lagarto marrón echado con las fauces abiertas, en busca de la luz que el sol imprime a los edificios que bordean la avenida. Después del almuerzo echaba a andar hacia la dársena mientras recordaba un poema de Lugones que siempre leía:

“Largas brumas violetas
flotan sobre el cielo gris
y allá en las dársenas quietas
sueñan oscuras goletas
con un lejano país”


Así decía el poema, pero estaba seguro de la imagen que le hacía recordar el aceitoso río en aquel lugar quieto de turbulencia, pestilente hasta que lo limpiaron un día. Desde el muelle ve los barcos enormes, chorreados de brea, de chimeneas negras y largas como los días de verano, que imaginan viajes interminables a regiones desconocidas. Desconocidas para él en su Buenos Aires querido.
Este hombre solo que pasea al borde del río piensa en poemas que lo han emocionado, música que le ha dejado nostalgias. En pos de un amor perdurable pasan los años y continúa su rutina fluvial, río abajo hasta sentir el olor de los barrios cercanos, tocar con sus sentidos el rumor de lejanía que tiene La Boca.

Su ciudad, a la que ha querido descubrir, entrar en su secreto, se presentaba altiva, retadora frente a otros lugares que él desconocía. Era una adolescente cautivadora, con una lujuria escondida, no como la que ha visto en revistas de ciudades distantes: El Cairo, París… Su ciudad es seca y retraída, cerrada ante el asedio del amante impertinente, temerosa ante el extraño que desea develar su misterio. Por eso parece altanera. El dolor de la ciudad sale de bandoneones, de cantos tristes que esconden timidez. Observas a la gente de la calle y adviertes sus actitudes prevenidas, con la respuesta irónica como látigo; y si no es así, florece la melancolía de su hablar como un gemido. Y salen del pozo con rígida prestancia, para no admitir ningún abandono y justificar la frágil debilidad como un deber a lo ritual. Sabe que más allá de esta majestad de su manto se abre una enorme vastedad de silencio de dunas y viento, lugares en los que el desierto se agita y el hombre dialoga con la inmensidad.

Los que dicen conocerla, aman de ella su tristeza inconclusa, como una planicie amarilla olorosa a distancia. Aman su melancolía vaga como una pintura sin formas definidas. Aman un pensamiento hecho secreto.

Ya ha llegado a otro espacio del río donde se aprecia bonanza y riqueza. Lugares donde otros han cambiado sus hábitos y tienen lujo para sus almuerzos: Puerto Madero, antes tan popular y descuidado, amado de la gente del futbol, es ahora un lujoso paseo desde donde ve también la dársena quieta con sus oscuras goletas. Pero él no entra en los restaurantes de aquí, que ofrecen el vino de la mejor cosecha, el bife tierno. Aquí no puede llamar al mesero y cantarle una copla popular: “San Juan va borracho; yo también. Así como vamos, vamos bien…” Lo hizo muchas veces en la ciudad vieja, en un cafetín de plato fijo, y el mesero reía y copiaba la copla en sus notas de pedido.

Y no le queda otro destino que volver a La Costanera en la hora de la tarde de verano. El río permanece inmóvil e indiferente, y, como cada día, resuelve sentarse en un banco preguntándose por qué Buenos Aires le daba ganas de llorar.


NOTA DE LA EDITORA:
Recibimos esta evocación de Buenos Aires del escritor venezolano Alejo Urdaneta, como un muy especial regalo de Navidad. Gracias

viernes, 11 de diciembre de 2009

Atavío de la Tierra


Por Carmen Cristina Wolf

¿Es ciego el giro de la casa
tan solitaria y huérfana?

Será que se detiene algunos días
sin darnos cuenta
se acicala con campos de espigas
y brotan ellas solas
para traer consuelo a dolores antiguos

La mecedora de la abuela levita suavemente
la persiana se mueve

.-.-.-.- en clave morse
se balancea el móvil de corales

Millones de mensajes cruzan el corredor
sin saludar los retratos
provenientes de los siete confines
y el aire se recrea con murmullos
salidos de laptops relucientes

El caserón de todos, no sé por qué
sonríe
desde su pétrea hondura
tal vez le gusta cambiarse los vestidos
lavarse la cara de pisadas maléficas
o besarse ella misma las memorias

Ella será el descanso
cuando regrese al inicio

Cientos de pies dejan huella impaciente
en sus portales, entran y van saliendo
para dejarse caer un día u otro
en sus pechos de textura infinita

Acostumbro, algunos días soleados
acariciar sus prados y dejarme cobijar por la sombra
de sus interminables filas de palmeras azules

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Una voz en Guadalajara



Por Luis Beltrán Mago

Una voz en Guadalajara habló. Allí se aprestó el libro a conversar consigo. Leerse y escuchar lo que contiene. Abre sus páginas y a solas se solaza. En cada hoja se detiene lentamente. Averigua y conscientemente se alimenta de luces y de fe. Ya lo dijeron otros. Aquellos. Los demás amigos de la voz, del pensamiento. De la palabra fértil y humana. Siempre ante sí. Dialogando con ese Yo interno que hace crecer la sangre, comulgar a la luz y entretener el paso de la sombra entonando cantos a la vida para la convivencia con la fantasía. Dijeron que habría paz si no llegáramos a entrabar las lides del amor y permitíamos que las golondrinas pudieran viajar sin que un misil las persiguiera cortándoles el vuelo. Si el hombre dejara de matar y urgía –más allá de su piel y de su voz- el encuentro con la fe para que el alma se ungiera de votos y se bendijera en la oración. Ya lo dirán después los que vendrán, absortos en la contemplación, a deletrear sus versos dándoles cadencia a la ternura y a la voz que habla y que convida armonizando el ritmo a la palabra para la mejor expresión del pensamiento. Los que vendrán a sonreír sin llanto si es que el dolor prendiera en su fogata la tristeza. Porque para convencernos de que la vida es una y hay que cultivarla cada día matando la desesperanza, el odio, la incomprensión, será necesario que el hombre -como lo ha hecho Rafael Cadenas- se corresponda con la urgencia de satisfacerse espiritualmente desandando el camino de la antiluz. Amándose y amando.

Si lo dijeron los que se han poblado de vivencias para la convivencia espiritual y anímica, ahora lo dijo un venezolano de convicciones, con un sentido humano de lo que es. Un Poeta de palabra libre. Filósofo que se desvela por hacer la poesía para que el tiempo piense y el corazón proyecte la importancia de los afectos concibiendo la vida como un todo indescifrable, hermoso, lleno de contrariedades y abismales preocupaciones, pero digno de vivirse. Lo dijo un Poeta capaz de construirla para que la poesía viva y perviva. Para tallarla en madera, hierro, piedra y mármol. Sobre los muros. En las murallas, En el aire y en la luz. Fue en Méjico. En Guadalajara.

En una Feria transcontinental, donde el libro se abrió. Abrió sus páginas para que se leyera el nombre de la Paz con letras de personalidad. Allí, ante la inteligencia universal, Rafael Cadenas alumbró la palabra con la elocuencia de su sencillez, haciendo que se sintiera una voz en Guadalajara y se supiera que en Venezuela, donde se maltrata a quien disiente y al pensamiento que alerta, existe –para bien del país, de América, la democracia y la Poesía- un poeta llamado Rafael Cadenas.


Luis Beltrán Mago, poeta venezolano con una extensa obra publicada. Sobre su poesía han escrito autores como Alejo Urdaneta, Helena Sassone, José Tomás Angola, Lidia Salas, Carlos Gottberg y Miguel García Mackle. En el 2009 el Círculo de Escritores de Venezuela ha editado una selección de su obra, Antología Esencial, con prólogo de Manuel Bermúdez y selección de José Tomás Angola.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Las complejidades del amor y de lo femenino en las narraciones de Ana María Velásquez



TALLER CRITICO
Por: R.J.LOVERA DE-SOLA.
Creí que me besarías antes de partir.(Caracas: Areté Editora, 2009. 68 p.) es el segundo libro de narraciones cortas de la caraqueña Ana María Velázquez.

Creemos que se trata de un libro precioso, uno más de esos que conciben nuestras mujeres, esas que escriben, como se dice en algún pasaje de esta obra, con la piel, quienes meditan con el cuerpo, desde la epidermis.

Limpia y bella escritura, que muchas veces roza lo poético, es la que encontramos en este libro; segura y firme, clara en lo que desea contar y como lo va a hacer. Para hacerlo vacías sus invenciones de diversas formas: en el relato o las formas de la literatura autobiográfica como puede ser el diario.

Leyéndolo nos damos cuenta que es la palabra lo único que tiene el escritor, como en el cuento que da título al conjunto(p.11), “hasta que medité con todo mi cuerpo, desde la punta de los pies hasta la cabeza. Entonces escribí más que nunca. Escribí un libro entero con todo aquel dolor, toda aquella ausencia de ti que me ahogaba, que me dejaba muy cansada en las noches de tanto llorar”(p.12). Incluso está línea: “Vengo a este refugio de luces y de voces a descansar de las emociones”(p.57):¿no es eso escribir?

La esencia de estos textos quizá se expliquen cuando leemos que quien los concibe lo hace desde “mi alma ligera y cambiante”(p.27), se lee en “Macanao”, que es sin duda la joya del conjunto de breves ficciones que comentamos.
Tan existencial es en el merodeo de lo humano que en “Vitrales en concierto” se lee “Todo se complica cuando se asume la verdad de las cosas”(p.55). Esto nos explica las complejidades hasta donde llega la autora en sus exploraciones de lo humano. Y lo hace escribiendo, “La pluma, me ha dicho, es su alma que quiere volar”(p.9).

Antes de llegar a la esencia de este libro nos gustaría indicar que varios suceden en Caracas. Así la autora nos muestra las dos caras de nuestra urbe: la plácida que está en “Hembras de la tierra sagrada”, la urbe con su “Inmensa, quieta, misteriosa montaña”(p.13). O la terrible, la de la Caracas que no queremos, la podemos ver en el cuento “Desde Quinta Crespo hasta el final de la Baralt”, es metrópolis “fisgona, escupitona,, vomitona…desaseada, balurda y balandra”(p.46).

El amor, especialmente las siempre complejas relaciones entre hombres y mujeres, es asunto central en este volumen. Sobre todo en el cuento “Macanao” en donde una mujer evoca su amor por aquel amado hombre tragado por la resaca de las olas.
En la narración “La casa de la locura” se hace presenta la paradoja entre compartir la vida con un hombre, la cama y la mesa como se lee allí, o “quedarte sola e intentar convencer a los demás de que puedes vivir sin hombre, dueña de tu destino”(p.43).

Y se lee: “El amor excesivo y desmesurado deja de ser amor muy pronto para convertirse en castigo”(p.44), lo que nos lleva, además de la meditación que impone, como vasos comunicantes hacia las tres vidas reales, de tres mujeres de excepción que evoca también en el laberinto de su imaginar. En verdad la vida debe ser un equilibrio, lo desequilibrado enferma. Con quien se ama siempre hay que tener paciencia, y también constancia. Sea la mujer amada o los hijos, hay que dejar que el tiempo pase, Cronos es siempre sabio, darles a nuestros amados(y amadas) tiempo y espacio, saber esperar, ver desarrollarse la siempre sabia vida. Porque de la exageración amorosa solo hallamos lo que aquí leemos, “Aprendí a tragarme las lágrimas y así me fui inundando de llanto contenido”(p.45). El llanto no llorado enferma.

Hemos señalado que en este tomo de Ana María Velázquez las mujeres, y la mirada femenina, es sustancial. Por ello en un palique entre nos féminas, en el primer cuento, hallamos: “Le he prestado mi oído y me ha contado su dolor”(p.9). Y al escucharlas la mujer personaje, siempre distinta a la dama autora, piensa: “Hay otras historias, otras mujeres, pero yo me pregunto si en el fondo esta historia no es la misma de todas, aferradas siempre a una idea(la pluma) pero deseando mantenernos muy pegadas a la tierra(lo material) para no tropezar y caer. No sé, no quiero creer que ése sea un esquema común, pero algo dentro de mi me dice que es así”(p.10). Ese mundo de mujeres es muy bien rememorado en “La casa de la locura”.
Esenciales en las reflexiones que nos ofrece la autora son lo que denominamos las miradas biográficas que aquí hallamos. Observaciones a tres mujeres reales de nuestros días, vista aquí con los ojos de imaginación. Son las tres mujeres peculiares, en su vivir, y en el hecho de tener parejas, mirarlas, como se hace aquí, es una manera de penetrar en el ser femenino. Y en el masculino, porque siempre hemos pensado que todo lo que plantean las mujeres tiene que ver con los hombres, ellas han enriquecido la virilidad, el ser masculino de nuestro tiempo.
Estos seres complejísimos son la poeta norteamericana Silvia Plath(1932-1963), la pintora mexicana Frida Kahlo(1907-1954) y la escultora francesa Camille Claudel(1864-1943), cuya vida, cuyas creaciones, cuya tragedia vital está apenas comenzando a conocerse.

Que Ana María Velázquez mire a estas tres fundamentales mujeres de nuestro tiempo y las trate de interpretar como una mirada femenina, la cual utiliza la imaginación para comprenderlas, tiene pleno sentido.Hay que decir, antes de leer los relatos de Ana María Velázquez, de cada una de ellas fueron seres singulares, mucho.

Silvia Plath, uno de los grandes aedas del siglo XX, sobre todo por sus poemarios El Coloso(1960) y Ariel(1965) y por su novela autobiográfica La campa de cristal(1963), publicada originalmente bajo seudónimo, una de las grandes novelas de adolescencia del último medio siglo. Por cierto su primera traducción castellana apareció en Caracas, en la editorial Tiempo Nuevo(1973). Novela trágica como el vivir de su autora. Con el tiempo Silvia que no resistió las infidelidades de su esposo, el también notable poeta Ted Hughes(1930-1998) y se suicidó. También murió por voluntad propia la segunda esposa de aquel Asia Wevill(1927-1969), por quien dejó a Silvia. ¡Asia antes de matarse asesinó a la hija que tuvo con Ted¡. Personaje destructivo fue este escritor, incineró también, sin tener permiso para hacerlo las últimas entradas del diario de Silvia en donde estaban contados sus últimos angustiosos días, escritos en los cuales sin duda aparecía Hughes, el causante de aquella tragedia, más de una vez. Ni siquiera pensó que sus dos hijos con Silvia tenían derecho a leer aquellas hojas. Uno no puede dejarse de preguntar que tanto de diabólico y destructivo hubo en Ted. A él, lo que es un contrasentido, la poesía no lo condujo a la belleza, a la armonía y al bien. Grande paradoja porque la poesía es oración y creencia, casi una religión.

Hace poco esta gran creadora fue evocada en el film “Sylvia”(2003) de Christine Jeff, en donde la encarnó la magnífica Gwymeth Paltrow, con la cual se revivió su drama humano. También Woody Allen le rindió honor en una de sus más singulares películas(Interiores,1978) a través del persona Renata, la poeta, papel hecho por Diane Keaton.

Frida Kahlo siempre suscitará mil interrogantes, fuera de su importante obra plástica, por su honda, inestable y especial relación amorosa como el también pintor Diego Rivera(1886-1957). Los mexicanos Paúl Leduc y Salma Hayek le han dedicado muy personales visiones cinematográficas. Fundamental es la biografía que sobre ella escribió Hayden Herrera, la recopilación de sus cartas hecha por Raquel Tibol y el propio Diario de Frida(México: Debate, 2002. 226 p.). Se cierra, en su última anotación, con estas espléndidas palabras:”espero que la partida sea alegre”.
La tercera es Camille Claudel, una escultora mayor que aun comenzamos a descubrir, el ordenamiento de cuya obra todavía está en proceso. Fue un ser singular, trabajó en el taller de Auguste Rodin(1840-1917) por lo que algunas obras suyas han sido atribuidas a él(¿no será de Camille “Los amantes”?). Este la persiguió, la maltrató, con la idea, sin duda misógina, de que no podían haber dos Rodin, lo cual nos explica la grandeza de Camille. Con Rodin tuvo un amor perturbador, relación que la destruyó. Tan enamorada estuvo del autor de “El pensador” y “Las puertas del infierno” que no pudo separarse de él y sin siquiera comprender el amor más sano que le ofrecía el gran compositor Claude Debussy(1862-1918), que podría haber sido su salvación. Hemos podido comenzar a entender el drama vital de Camille Claudel a través de algunos libros, todavía incipientes, como el de Anne Delbee(1989). Más certera es la película de Bruno Nuytten sobre ella(1988) protagonizada por la gran Isabelle Adjani.

Estas son las criaturas que a través de las páginas de Creí que me besarías antes de partir podemos mirar, siempre desde ojos femeninos llenos de preguntas.
De Silvia Plath leemos: “se casó, mal casada, con el poeta Ted Hughes”(p.17), “vivía desgarrada”(p.17) entre el escribir y el vivir, sintiendo sin duda lo que leemos aquí: “a todas las que escogimos este camino de la escritura…la vida nos golpea con el puño cerrado”(p.17).

Frida y Diego “Al parecer se amaron con locura y, con esos amores tan arraigados en el inconsciente, también fueron muy infelices. Sin embargo, siguieron siempre juntos, ¿por qué? ¿Qué misterio los mantuvo unidos a pesar de tanto dolor, a pesar de que se separaron y vinieron cada uno por su parte otras historias amorosas con otras personas?”(p.38-39). Fueron dos personas, seres humanos de excepción a los cuales la regla con la que se mide a todo el mundo no puede serles aplicada, ellos eran distintos, “incapaces de proseguir en la vida un camino ordinario”(p.40). Con sus vidas abrieron nuevos senderos. Y no sólo en el arte porque también alumbraron el vivir.

Fueron, leemos en esta obra, “Paradoja infinita Frida Kahlo y Diego Rivera, historia de amor que hechiza”(p.42).
Esta narración-verdad, “En la biografía de Frida Kahlo” no presenta a una narradora profunda, consciente de los más hondos laberintos de la feminidad, en las profunda comprensión de lo humano a lo cual se no se puede acceder sino no se está claro de de sí mismo, porque en dentro de nosotros donde está todo, donde se suscitan las grandes interrogantes que aquí se plantean porque es desde ella, desde una persona que sabe lo difícil, sino imposible, que es sustraerse ante la historia de Frida y Diego, “porque todos hemos estado allí, en ese punto de incomprensión rotunda y, a la vez, de gran necesidad del otro que complementa, protege y atrae”(p.42).
Frida y Diego, es imposible no sentirlos cerca por las peculiaridades de su vivir, en sus búsquedas desesperadas de una manera de ser. Por ello las “casas gemelas” que ambos tenían en San Ángel, en Ciudad de México, ante cuyas puertas estuvimos un día del setenta y cinco, siempre nos ha parecido la gran explicación y la inmejorable metáfora de su vivir: juntos, uno frente al otro, pero a la vez autónomos. Si Frida no quería ver a Diego cuando él venía le bastaba dejar cerrada la puerta, él lo respetaba. Es el gran dilema de las parejas: amar a quien queremos, preservar nuestra autonomía y libertad. Tan parecida a lo que hace Woody Allan, otro gran vividor y sentidor del arte de la parejas. Woody vive solo, cerca, enfrente a veces, como lo hacía de Mia Farrow, y cada día según la bandera que ella viera en su ventana ella sabía si aquella jornada el estaba escribiendo y deseaba estar solo.
Tan singulares fueron Frida y Diego que con son unas de las tres grandes parejas de nuestro tiempo. Las otras dos fueron: Simone de Beauvoir(1908-1986) y Jean Paul Sartre(1905-1980) y Liliam Helmann(1905-1984) y Dashiel Hammet(1894-1961), por cierto los cuatro últimos nunca se casaron. Frida y Diego lo hicieron varias veces: se casaron, se divorciaron y se volvieron a casar con ellos mismos. Así. El amor es un asunto tan complejo como lo narra Sandor Marai(1900-1989) en su inigualable novela Divorcio en Buda(1935).

Sobre Camilla Claudel siempre existirá la pregunta de ¿por qué la encerraron en un manicomio?, ¿si era verdad que la madre la odiaba de la misma manera que su papá, su gran estímulo, la amaba?¿por qué tras mejorarse la dejaron allí consumiéndose, no escuchado su pedido de retornar a su vida y a su arte, que fue la razón de su existir?

En verdad, aquí leemos, “La relación con Rodin fue tan tormentosa que acabó destruyéndola…Perdió la belleza primero, luego al hijo que iban a tener, puesto que él la convenció de abortar y, finalmente, la razón”(p.67). ¿Estuvo demente o solo en medio de un gran delirio alcohólico?. El beber de algunas artistas es que “para calmar el ansia”(p.40) como se lee en otro pasaje de este libro, seguramente, emborrachan sus exquisitas sensibilidades para poder pasar los días, como lo hemos visto más de una vez.

Es posible con relación a Camille Claudel que el diagnóstico médico haya podido ser cierto pero, sin embargo, dejaba de lado la inmensa complejidad de aquella alma genial, lo que la hacía única, como en general lo son los grandes artistas y los más notables escritores, siempre egregios, siempre distintos, diversos a la normalidad de los demás, mayoría casi siempre mediocre que nunca se alzan más allá de lo diario. Por ello los mejores hombres y mujeres que existen en el mundo son los escritores y los artistas.

La de Camille, leemos aquí, es la historia de una “mujer enamorada pero profundamente perturbada por un mal amor, venenoso, cruel”(p.68)

Noviembre 11,2009



Roberto Lovera De Sola: Crítico literario venezolano con una amplia obra reconocida y publicada. Entre sus obras hay que mencionar más de 1000 artículos de crítica literaria o histórica, aparecidos a partir de 1964, cuando su autor tenía diez y ocho años, el primero de los cuales se insertó en el diario La religión de Caracas (enero 26, 1964). Entre sus libros hay que citar Bibliografía de la crítica literaria venezolana (1982), Guía de la historia de Venezuela (1982), Bolívar y la opinión pública (1983), Eróticos, erotómanos y otras especies (1983), Hondas reflexiones para largas esperanzas (1984), El gran majadero (1984), Interrogando al gran ausente (1987), Con el lápiz en la mano (1990), Tomás Polanco y sus libros (1991), Lo masculino y lo femenino entrelazado (1992), Curazao, escala en el primer destierro del Libertador (1992), El ojo que lee (1992), Crónica de los Presidentes de Venezuela (1993), El oficio de ser venezolano (1994), La larga casa del afecto (1994), La obra histórica y literaria de Guillermo Morón (1994) y Los pasos vitales de Andrés Eloy Blanco (1966). Es autor también de numerosos prólogos a obras literarias e históricas y de trabajos aparecidos en diversas obras colectivas. Su obra está registrada en varias antologías y en diversas bibliografías.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Diálogos de mala vecindad




(Aporía de la justicia)

Por Atanasio Alegre

Los dos estaban a la puerta del granero, uno esperando a que el otro se durmiera para poder entrar sin ser visto y aquél, con ganas de que el acechante se decidiera a traspasar el umbral.
A uno le interesaba lo que había dentro del granero; al otro, sustancialmente, porque esa era la base de su alimentación y a eso iba, porque corrían malos tiempos. Así las cosas, sucedió lo que tenía que suceder, el viejo gato, que preservaba de ratas y otras alimañas al granero, haciéndose, de momento, el dormido, vio que un gallo muy pausadamente, deslizándose como quien lo hace en dos acometidas, acababa de hacer su entrada en el granero. El gato, acto seguido, se desperezó, entró y cerró la puerta por dentro.
¿Por que me cierras la puerta, si lo que tienes que hacer es simplemente espantarme y ocuparte de las ratas y ratones que constituyen la amenaza habitual?
Lo que pasa es que para mí los tiempos son difíciles y el hambre no me da tregua.
¿No vas a querer decir con eso que vas a saciarla conmigo? Para eso he cerrado la puerta para que me sirvas de alimento sin dejar constancia de haber sido yo el culpable de tu desaparición.
Las cosas no pueden ser así, hay que hablar.
Pues tomaré yo primero la palabra. Y debo decirte, señor gallo, que tú causas gran daño e inquietud a la humanidad no dejando dormir a nadie, sino despertando en lo mejor del sueño a unos y a otros con tan negro cantar…
A esto replicó el gallo: eso, lo hago yo en servicio de la república y por el bien de todos y merecería que me dieran un salario pues despierto a menestrales, labradores, jornaleros y hasta a las gentes de armas para que toquen sus dianas y acudan a sus trabajos y labores; despierto también a los hombres ricos para que, si hay ladrones, los sientan y a las señoras para que las criadas no les hagan algún mal recado.
Pero al gato era duro de convencer.
Pues te digo que aunque todo lo que dices te sirviera de disculpa y justificación, mereces la muerte por vivir abarraganado, tienes un mundo de amigas y muchas de ellas son tus parientes, con lo cual das mal ejemplo y mucho escándalo al mundo y no está bien que viva bien quien es tan malo.
Pero eso- dijo el gallo- lo hago por acrecentar nuestra raza y de ahí se siguen al mundo innumerables bienes para fiestas y regocijos en la ciudad o en el campo. Para los enfermos para los débiles y flacos y aun para lo regalones y amigos de placeres, proveo de gallinas, pollos, huevos…
Labia de bachiller y un buen dominio de las formas de argumentación que sirven como contrapunto a mis razones no te faltan, pero yo he leído en mis libros que si tienes en la mano un pájaro, no lo sueltes, porque ya no volverás a disponer nuevamente de él cuando quieras, de modo que por mucha razón y justicia que tengais, he determinado regalarme con vos y darme un hartazgo, esa es la razón que me impulsó a cerrar la puerta con llave que es la que va a prevalecer por encima de tus disculpas y de tus sofisticados razonamientos..
Hoy día no todos los anímales hablan y menos de corrido, tal como lo hacen estos dos ejemplares a los que se trae aquí a colación, porque hubo una época en que eran ellos, los animales, quienes evitaban a los humanos muchas horas de prédica y de inútiles razonamientos. Eso sucedía por los tiempos en que los humanistas desbordaron el mundo conocido y para salir del oscurantismo de los tiempos medievales, tiempos a los que les empujó aquel movimiento conocido como el Renacimiento- de implantación tan peligrosa, por cierto, en la España de los Austria- se ponía en boca de animales lo que querían decir los humanos. Esa fue una época, al menos en el idioma castellano, (y aquí está bien traída la palabra) en que desde estos diálogos entre animales se dio el salto a la novela. Eso es lo que dice, al menos, Don Marcelino Menédez y Pelayo- de cuyo nacimiento se conmemora en estos días ciento cincuenta años-. Pues bien, este polígrafo simpar en las letras españolas, asegura que los orígenes de la novela en castellano hay que buscarlos en el FABVLARIO de Sebastián Mey, editado en la Imprenta de Felipe Mey en Valencia, España, el veinte de enero de 1613.
Sebastián Mey mismo se encarga de hacer saber que “el fabvlario contiene fábvlas y cuentos diferentes, algunos nuevos y parte sacados de otros autores”.
El episodio de la muerte del gallo en garras del gato viene de ahí, con lo que se demuestra la continuidad en el tiempo de ardides y artimañas, presentes desde tan antiguo en la política y en otras artes en las que no se respeta ni la convivencia humana ni la vida misma con los que deberíamos estar llamados a convivir. Por este camino, en el terreno de la regulación de las costumbres y de las relaciones humanas cada vez va habiendo menos secretos. Tal vez el secreto del secreto no es otro que la inexistencia del secreto, eso es, al menos, lo que, cinco siglos después de Don Sebastián Mey, afirma hoy el filósofo francés Monsieur Jean Baudrillard.-


Atanasio Alegre: Psicólogo clínico, novelista, investigador, Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Vicepresidente del Círculo de Escritores de Venezuela y Director de la Revista ConcienciActiva 21.

sábado, 31 de octubre de 2009

LA OBRA LITERARIA DE ALEJO URDANETA


por Eduardo CASANOVA

Alejo Urdaneta (Caracas 1944) irrumpió con mucha discreción en el mundo literario venezolano en 1979 con “Ezequiel y Otras Visiones” (Cuadernos de la Asociación de Escritores de Venezuela, Nº 147. Caracas). Allí se hizo evidente que es uno de los más finos cultores del cuento en nuestro país, que se caracteriza por tener excelentes cuentistas. Esa impresión se ratificaría con “Juegos, Sombras y Transparencias” (Vinicio Romero Editor, Caracas, 1982), y se acentuaría con “La Falsa Ciudadela del Recuerdo” (Editorial Actum, Caracas, 1993) y “Frutos del Mismo Tiempo” (libro editado con el patrocinio de la Sociedad de Amigos del Círculo de Escritores de Venezuela y la sociedad Datos Information Resources, con el sello GILAVIL, Caracas), obras todas que aseguraron el nombre de Alejo Urdaneta entre los primeros de la cuentística de esta parte del mundo.

En otros campos publicó obras de carácter jurídico (“Estudios sobre el Derecho de Autor”, Ediciones GILUZ, 1.998, “Estudios acerca de derecho de Familia: Divorcio y separación de cuerpos”, publicado por “Venezuela Positiva”, 2000, “La valoración jurídica como elemento fundamental de la creación del Derecho. Ensayo filosófico-jurídico”, Universidad Católica Andrés Bello, 2004), y más recientemente empezó a incursionar en el ensayo propiamente dicho, en donde se ha revelado como uno de los más finos y notables ensayistas de la actualidad. En ese campo se inició como con alguna timidez (“THOMAS MANN: Los Recuerdos primordiales, (Anotaciones a la situación ética del artista). En: “Conciencia Activa”, junio de 2005; “¿Es poesía el cuento?”, publicado en la Revista Banco Central de Venezuela, CULTURAL, número 18, 2006), para desembocar en dos obras fundamentales, que colocan su nombre también entre los mejores ensayistas del país: “El arte: Una apreciación personal” (Editorial Actum. Caracas, 2006) y, sobre todo, “FORMA E INTENCIONES DEL LENGUAJE” (Ediciones Giluz. Julio de 2009), una obra que, a pesar de su relativa brevedad (89 páginas) se sitúa, por su densidad y profundidad, entre los ensayos más importantes que se han publicado en Venezuela.

Y aunque no ha publicado hasta ahora ningún tomo de poesía, a través de su obra dispersa ha marcado su presencia también notable entre los poetas venezolanos. Pocos venezolanos se han dedicado con tanta pasión al cultivo de las letras, y a pocos se les debe aún un verdadero reconocimiento público como a Alejo Urdaneta. Es ese uno de los muchos pasivos de la crítica literaria venezolana actual, que ojalá sea honrado pronto por quienes pueden y deben hacerlo.

Fuente: www.literanova.eduardocasanova.com

viernes, 11 de septiembre de 2009

Rafael Castillo Zapata: Estancias, Colección Papiros


Por Carmen Cristina Wolf

La Colección Papiros de la Editorial Equinoccio envía al Círculo de Escritores de Venezuela el libro Estancias, del autor venezolano Rafael Castillo Zapata. Entrar en los aposentos de esta casa que es el poemario de Castillo Zapata, trae a mi memoria la emocionada sensación que sentí cuando me introduje por primera vez en el espejo de Alicia en el País de las Maravillas. Sin tener absolutamente nada que ver el relato de Carroll con la poética decantada y serena de RCZ, el libro Estancias produce un deleite y un encantamiento similar, porque la belleza duele y a veces causa escalofríos. No puedo en este instante escribir el ensayo que va tomando forma en mi mente sobre este libro, porque voy saliendo de viaje a un lugar remoto.

Mas he de llevar este poemario en mi equipaje, porque no se puede dejar un libro así, tirado en una mesa, esperando mis ojos.

Y no puedo dejar de compartir el poema 5 de Parte de piedra, para que el rompeolas en esta playa de palabras lo arrope por las tardes:

5
Trabajado por las aguas en las orillas, lavado, pulido
por los vientos que lo llevarían y traerían por las estepas
del lenguaje, arrollado, arrastrando polvo, el poema
viviría en la en la plenitud de la libertad de no deberle nada a
quien lo toma y lo arroja lejos de sí o lo conserva como
un rugoso tesoro en la mano.

Rafael Castillo Zapata
(p. 13 del libro estancias, E. Equinoccio 2009)

Guardo la piedra como el poema, en la mano y en el espíritu. Mi gratitud
a la Providence por traer a mis arenas esta poesía de
madera, piedra, fuego y mar.

Caracas, 11 de septiembre de 2009